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viernes, 13 de enero de 2017

EXTRACTOS DEL LIBRO

Escucha parte del libro en: https://mx.ivoox.com/es/16206250



"Roberto ha dejado a su novia en el portal. Camina rumbo a su coche  que está aparcado a unos metros. Dos pandilleros jóvenes se acercan por la espalda. Roberto siente un escalofrío que recorre su espina dorsal. Todos sus años de entrenamiento le advierten que algo no anda bien, su respiración se enlentece, su oído se agudiza. Antes de llegar a su coche se detiene, simula sacar su móvil y deja caer su billetera que, ya tenía preparada para ocasiones como éstas. Gira su cuerpo permitiendo el paso a los oportunistas; sabe que pocos son los que, teniendo la posibilidad de robar fácilmente, irán al choque que implica una confrontación. Bajo  el móvil oculta un gas pimienta, listo para usar. Los ladrones reaccionan rápidamente, tomando su billetera y echándose a correr. Roberto sujeta las llaves de su coche y una vez dentro, pone el seguro y se aleja del lugar."


"Por sentirse más seguro o quizás por su profesión, Roberto se preparó antes de salir de su casa, ya que tiene la costumbre de garantizarse un mínimo de seguridad. El resto consistió en estar atento a lo que sucedía en su entorno, en vez de creer que nada  podría pasarle. Una vez la situación se había presentado, supo posicionarse de forma tal que le permitió hacerse de una vía de escape; su cuerpo levemente inclinado hacia la calle abrió espacio para correr de ser necesario. Está confiado de su condición física para resistir un ataque y lograr una rápida recuperación en caso de tener que hacer uso de fuerza."

"Ahora dejo descansar a Roberto y doy paso a la historia de Lucía.
Una mujer de mediana edad. Con sus 37 años, es madre de dos hermosos hijos y se encuentra sumergida en una rutina agobiante. Casa, niños, marido y trabajo, todo carga sobre sus estrechos hombros. Cuando Alberto, su amigo y entrenador físico, le menciona la palabra rutina, automáticamente recuerda esos procesos tediosos y sufridos por los cuales  tuvo que pasar para  retomar su peso ideal. Lo que no entiende Lucía es su resistencia a no querer hacer nada más por sí misma, aun sabiendo que le ayudará a mejorar. Conoce el método pero no sabe cómo mantener su motivación. Al igual que muchas mujeres actuales, Lucía, piensa que no tiene más tiempo para dedicarse a nuevas aventuras, ni siquiera puede satisfacerse a ella misma, mucho menos, sumarle otras rutinas a su vida. Lucia suele quejarse con su mejor amiga diciendo; “con todo lo que tengo para hacer, no quiero una rutina más en mi vida”.
Lo que sucede es que su mente interpreta todo desde el sentimiento doloroso que le acusa la carga emocional acumulada; la atención se dispersa, y lo que alguna vez tuvo sentido para ella, se vuelve vacío. No siente que una nueva rutina le beneficie en su diario vivir, por el contrario, significa restar tiempo junto a su marido, menos margen para resolver las tareas de sus hijos, y en el trabajo poco podrá aplicar nada que pueda aprender, porque no hay tiempo en que pensar.
Para evitar caer en este pozo, Lucía comienza con una técnica que su terapeuta le recomendó: la meditación del minuto. Ésta práctica de atención plena que sirve para liberar la mente del estrés que se va acumulando con las rutinas, dando paso a una percepción más atenta y más aguda."

"Santiago es un chico joven, contable, con ganas de crecer y desarrollarse en su profesión. Había conseguido un buen puesto, y su entusiasmo le llevó a obtener notorios reconocimientos. Consigue un dato principal: una de las compañías más importantes de su país está buscando un nuevo contable. Santiago sin dudarlo, aplica al puesto y corre con la suerte de quedar seleccionado. Entusiasmado por tan grata sorpresa, entra al despacho de su jefe y le informa de su renuncia. El director de Santiago, ni tonto ni perezoso, le invita un café pidiéndole explicaciones. El joven empleado le informa de su gran oportunidad. Su jefe le pide que no se precipite en su decisión, pidiéndole una semana para ver que le podía ofrecer a cambio de que se quede con ellos. Pasó varios días y recibe la siguiente propuesta: un aumento en el salario de un treinta por ciento más, y la posibilidad de un cargo ejecutivo al culminar el año. Santiago se vio entusiasmado por la proposición, y sin pensar pacto de palabra con su jefe, renunció a la propuesta de la nueva compañía."

"Enrique es un joven emigrante, ha comenzado su vida laboral como vendedor a pie, en la calle. Poco tiempo después acepta un trabajo en una inmobiliaria como comercial. Su habilidad en la venta le llevó a tener muy buenos negocios. Todo iba bien hasta que la burbuja económica estalla. La crisis afectó las ventas, y uno de los socios de la inmobiliaria decidió retirarse. Enrique había ahorrado algo de dinero en su tiempo de bonanza, no era mucho pero le propuso dar un completo a cambio de su parte. El empresario astuto se la dio, creyendo que todo se iría a pique en las ventas. Pero Enrique tenía un plan, le propuso al socio antiguo una reforma del trabajo inmobiliario. Él, se encargaría de comenzar una nueva sección dedicada al alquiler. Eso suponía mucho menos ingresos,  de los cuales había que repartir para cubrir gastos fijos y pagarle a los promotores. Enrique le propuso hacer un trabajo donde se desligaba de las ganancias por ventas, pero se hacía cargo de su parte de costos. El tiempo transcurrió y la crisis fue aumentando a tal punto que el socio de Enrique prefirió abandonar la inmobiliaria antes que fuera insostenible. El joven negoció su parte a cambio de más dinero que había logrado ahorrar, pero que era mucho menos de lo que valía la parte de su socio. El trato se cerró. Enrique logró hacerse de una inmobiliaria en época de crisis. Ahora debía conseguir sostenerla y se enfocó en trabajar los alquileres.
Pasaron los años y logró mantener su empresita a pesar de las dificultades, no hizo mucho dinero, pero eso no era su objetivo inicial, tuvo una visión a largo plazo.  Han pasado 10 años de aquella época, y hoy en día posee 5 sucursales más."

" Miguelito es un niño inseguro, tímido e introvertido. Es muy buen dibujante, y sus amiguitos del cole le piden que colabore en actividades. Pero cuando se trata de crear lazos, resulta que siempre es rechazado: le dicen “el raro” del cole. Su madre todos los días le deja dinero para comprar merienda y canicas para jugar con sus amiguitos, pero hay un par de chicos que esperan a que se compre la merienda para intimidar y hacer que se la dé. Con las canicas sucede algo similar: le obligan a jugar bajo amenaza, para luego hacer que pierda y así llevarse todo. En su casa nadie tiene conocimiento de su calvario, y prueba muchas estrategias por su cuenta. Un día decidió mentir a sus acosadores, dijo no tener dinero, pero lo sujetaron en el baño y se lo sacaron. Otro día pidió a su madre no llevar canicas, pero su madre le dijo que era una linda manera de integrarse. Pasó el tiempo y su hermanito comenzó a ir al cole, y su madre lo hizo responsable de su integridad. Una tarde saliendo del cole, uno de los acosadores se acerca y le dice ‘átame los cordones de mi calzado’. El hermano de Miguel estaba presente, por lo cual se negó rotundamente, y su hermanito le dijo, ‘hazlo Miguel porque si no te golpeará’. Miguelito volvió a negar con firmeza, y el matón, viendo que no podía hacerlo ceder, dijo: ‘Mira como tu hermano me los ata’. Miguel se interpuso entre los dos y dijo; ‘Mi hermano no sabe, y veo que tu habilidad es igual a la de mi hermanito que tiene 7 años.’ El matón amenazó con golpearlo cuando estuviera con sus secuaces, y se fue. El hermanito de Miguel dijo: ‘Hermano, ahora te buscarán y te golpearán, debiste hacerle caso.’ ‘Si puede ser- respondió Miguelito- pero jamás te dejes humillar, hermano’. No pasó mucho tiempo cuando en el patio del colegio, se rumoreaba que golpearían a Miguelito. Un chico se acerca y le dice; ‘Miguelito, ahora vendrán con la excusa de que molestaste a una de las hermanas de los matones, y te golpearán’. Miguelito se quedó inmóvil, esperando, hasta que lo vio venir. ‘¡Así que andas acosando a mi hermana! Ahora vas a recibir tu merecido.’ ‘¿Qué piensas hacer? Porque lo que tú me hagas yo te lo haré a ti.’ El matón estalló en ira, y comenzó a asfixiarlo. Miguelito resistió y actuó en consecuencia, repitiendo la misma técnica hacia el matón. Pronto llegaron las maestras, y ambos quedaron detenidos. La madre de Miguelito fue notificada, pero los padres del matón no quisieron hacer caso a la demanda. No había transcurrido una semana de ese suceso cuando aparecen varios chicos de un grado superior y le dicen a Miguelito ‘Queremos que te juntes con nosotros ya que necesitamos a alguien que no le tenga miedo, pretendemos organizarnos para cuidarnos entre todos.’ Miguel aceptó, y cuando estuvo reunido en el fondo del cole junto a los del grado superior, les dijo, ‘no quiero que le haga a mi hermano lo que me hacía a mí, si todos hacemos como si fuéramos un solo equipo nos podríamos cuidar.’ Poco tiempo después, los chicos del cole funcionaban como hermandad, jugando juntos a todos los juegos, y cada vez que el matón con sus secuaces buscaba víctimas menores, pues todos se juntaban para disuadirlos. Las redes fueron creciendo, y estos matones no podían hacer nada sin que estuvieran vigilados por cada integrante del grupo, a lo cual se fueron sumando cada vez más chicos del cole. Los grandes disuadían, mientras que los más pequeños corrían por ayuda con la maestra. Allí a donde fueran los matones, había una voz que avisaba de sus acciones. Tanto fue así, que el matón habló con la directora diciendo que sentía ser víctima de bullying.
La directora hizo una asamblea con todos los alumnos, donde obviamente, terminaron señalando los abusos del ahora “acosado”, y con éste confesando la verdad. Para sorpresa de todo el cole, este acosador, con lágrimas en sus ojos, terminó diciendo que su padre golpeaba tanto a su madre como a él."

"En vista de que la táctica es la aplicación de la estrategia, y que la misma está sujeta a cambios constantes por la adaptación obligada a las circunstancias, lo mejor es no perder el sentido  orientativo."

"Una mente sagaz es imprescindible para la estrategia: un buen plan que no es ejecutado por una mente entrenada, es fracaso garantido.
La información y la correcta aplicación de la estrategia son las bases para lograr que nuestro plan funcione."

"...al igual que en la medicina, tiene que haber tratamientos paliativos que permitan la mejoría inmediata mientras se trata de evitar que vuelvan a surgir nuevas complicaciones.
Como toda manifestación, el conflicto no escapa a la ley de ritmo. El ritmo es un patrón que puede ser leído y estudiado. Nos permite entender si estamos al inicio, en el clímax del asunto, o ya en la recta final del mismo, que da comienzo a un cambio."

"Marta es una chica joven sin mucha experiencia en el amor, que se enamora de un chico alto, fuerte y deportista. Pronto se van a vivir juntos, y él comienza con sutiles indicaciones de que le quedan mejor, y con quienes debe salir. Ella desea salir con amigas, pero prefiere esperarlo en su casa. Él llega cada vez más tarde. Un día ella se revela y le recrimina sus llegadas tardes. Él deja ver su lado más oscuro y con furia en sus ojos, la golpea. Ella teme por su integridad física y, como ya había cortado toda vinculación cercana con sus amigas y amigos, no sabe a quién acudir. Ella piensa que la mejor solución para evitar conflictos mayores es callarse y seguir actuando como si estuviese todo bien.
Mónica es una mujer que se casó desde muy joven, y durante toda su vida ha sido víctima de violencia doméstica. Mónica jamás pudo trabajar, ni tener una vida social plena. Un día de los tantos que su esposo llega borracho a propinarle una paliza, Mónica decide defenderse con un cuchillo de cocina; pero no le sirvió de mucho. Término en el hospital, su esposo la acompañaba, y ella declaraba que había sido asaltada en la calle.
Estos ejemplos, muestran claramente que, si bien una decisión puede estar justificada por la razón de la seguridad y la evasiva de males mayores, en el fondo, está gobernada por un miedo aterrador que imposibilita ver soluciones más efectivas."

"Todos tenemos áreas en las cuales nos desenvolvemos mejor que en otras, y parte de aprender a superar conflictos es reconocer lo que se nos da bien. ¿Soy mejor dialogando? ¿Tomando en acción lo planeado, o preparándolo? ¿Y en qué? ¿En qué materia?, ¿En qué cálculo? ¿etc.? ¿Soy mejor organizando, o improvisando?"

"Lo que sucede en un conflicto es intensamente cambiante y de forma permanente, el problema no es algo pasivo ni muerto; es por eso que resulta tan atractivo para las personas presas de rutinas frustrantes. Exige dar lo mejor de sí mismo al tener que tomar decisiones acertadas, bajo situaciones apremiantes, y con rapidez y fiabilidad, para que cuando se ejecute una acción, esta sea segura y permita adaptarse para obtener los resultados deseados.
Todos buscamos el conflicto en algún punto; pero nadie desea el dolor, el conflicto bien resuelto es la paz placentera. El equilibrio."

"Tú te crees seguro cuando nadie puede lastimarte, y te sientes fuerte cuando lo que haces lo logras con efectividad. 
Sentir que nadie puede lastimarte, es reconocer tu habilidad para preservar la integridad de tus valores, y sentirse fuerte, es contar con las habilidades necesarias para ser resolutivo en la consecución de tus actos para lograr tus objetivos.
Una decisión correcta permite resolver conflictos..."

" En otra ocasión un niño fue a entrenar sin traje y varios de sus compañeros vinieron a decírmelo como si de una falta grave se tratase, entonces les contesté: “por suerte lo que aprendió la semana pasada no está en su traje”." 

"Hubo una ocasión en que propusieron un juego competitivo, a pesar de que sabían que los juegos competitivos terminan afectando la unión de grupo, se justificaron diciendo que era divertido y que todos terminarían contentos. Yo dejé simplemente que se desenvolviera la situación. Como es lógico, terminó con un grupo derrotado y otro victorioso. De los derrotados siempre hay uno que no soporta la frustración y la humillación de sentirse fracasado. Cuando el caos se instaló entre los niños, uno vino a pedirme que interviniera.
Entonces les pedí que se sentaran en ronda. Había tensión en el grupo y miradas de odio. Mi pregunta fue: “¿qué aprendimos de esta situación?”"

"Un método para asimilar correctamente las actitudes consiste en crear supuestas situaciones donde tienes que emplear las actitudes, ejercitándote así podrás tener mejores oportunidades de discernir los momentos adecuados para cada actitud."

"Recuerdo una anécdota con mi Maestro. Yo estaba algo molesto porque llevábamos ya seis meses de práctica y no nos había enseñado ninguna técnica nueva, el típico sentimiento de adolescente indignado y caprichoso. Le dije: “me estoy aburriendo de repetir las mismas cuatro formas todos los días, creo que ya es hora de aprender algo nuevo”. Entonces me respondió con la siguiente pregunta: ¿Has practicado las técnicas sobre un árbol? Pensé que me estaba jugando una broma y respondí más indignado: “¡no!”. Y agregó: “ahí puedes practicar las técnicas para seguir aprendiendo”. Yo protesté diciendo: “me parece una tontería, ¿qué puedo aprender de nuevo haciendo arriba del árbol lo que domino en el suelo?”. “Cuando lo hagas tú me dirás que aprendiste”, me responde. Y volví a increparle: ¿y cuando lo haga me vas a enseñar algo nuevo?”. Cuando aprendas lo que tienes que aprender sobre el árbol, te indicaré que practiques la técnica sobre un coche en movimiento."

"Es posible vivir en paz y armonía, pero es un proceso de cambio de consciencia. Las circunstancias son cambiantes, la vida es vorágine, y cuando nuestra consciencia se estanca nos nublamos y dejamos de comprender la situación con imparcialidad. Esto nos imposibilita para tomar decisiones correctas. Si ya has tomado decisiones que ahora te colocan bajo circunstancias y ámbitos inhóspitos, relájate, lo primer que debes hacer es no echarle más leña al fuego con dramatismo innecesario, no volverás a cometer los mismos errores. “Explícame maestro”-solía decir yo cuando me sentía sin la capacidad de resolver el conflicto planteado en esa clase-, y mi maestro gentilmente demostraba su técnica una vez más, luego yo hacía lo mejor que podía, y él asentía con su cabeza: “bien, sigue así”.  En muchas ocasiones le dije a mi maestro que sentía vergüenza por tantas equivocaciones, una tras otras, en el mismo esfuerzo por superarme a mí mismo más errores cometía y su respuesta era: “no hay errores, hay aprendizajes”."










jueves, 12 de enero de 2017

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