2 Verdades sobre autovalía que cambiarán tu vida
¿Cuantas veces has enfrentado situaciones que te hicieron pensar seriamente que no podrías con ello?

La ingenuidad y el descubrimiento movilizan a los niños para tomar riesgos.
Cuando somos adolescentes, son los sueños utópicos y el fervor de las asociaciones que hacen aventurarse en emprendimientos osados.
En la etapa de la juventud, es la proyección de metas y el deseo de conquista lo que hace salirse del estado de confort y aventurarse a nuevas realidades viéndolas como oportunidades.
A estas tres etapas del ser humano, se le suma una constante que se convierte en moderadora de las tres mencionadas, la adultez.
Hay una cuarta etapa, que es la adulto mayor, pero en esta etapa el ser humano mayormente se centra en su satisfacción personal, abandonando casi por completo el rol de formador social, típico en su rol de abuel@ que despreocupándose de los flagelos sociales y de las normas conductuales, malcría a su ñet@ mientras hace alarde de su impunidad de pensamiento y acciones.
Es el adulto, que gobernado por sus experiencias de fracaso, aprende a mantenerse en lo que le da estabilidad y seguridad, defendiendo aquello que tanto le costó conseguir, en ideología y economía.
Pocos son los adultos que se atreven a vivir en la inseguridad, arriesgándose en nuevas aventuras, que nada tiene que ver con hacerse viajes de aventura por distintas partes del mundo, sino con hecho de cambiar las estructuras mentales para conducirse deliberadamente por nuevos pensamientos.
La mayoría, en el afán de conservar lo que poseen, buscan el conflicto, adoctrinan, educan, limitan y protegen.
A pesar de la fuerte tendencia y la experiencia que se va logrando con los años de vida, las crisis se hacen presente, es inevitable el sufrimiento para los adultos cargados de valores materiales e ideológicos que constantemente parecen estar en amenaza.
La gran lucha de las personas en edad adulta, se centra en permanecer el mayor tiempo posible en un estado mental de satisfacción personal, pero la cruda realidad de los cambios y exigencias, socio culturales y económicos, no se ajustan a la realidad económica y muchas veces biológicas del propio individuo propiciando un fuerte desajuste emocional y mental, al verse enfrentado a constantes y múltiples amenazas que peligran el logro de valores materiales e ideológicos.
Desde esta perspectiva es que surgen dos alternativas estratégicas:
1) Actuar sobre lo que se puede hacer en el momento presente para garantizar la eficacia, logrando así, en la acción inmediata una autoimagen de valía personal.
2) Cuando las circunstancias superan cualquier posibilidad de victoria, la autovalía surge de la habilidad de neutralizar las amenazas mediante el cambio interno y la adaptación a los hechos, usando aquellos factores que están en el ámbito y ambiente en el que se encuentran . Pues descubriendo las fuerzas contradictorias que el mismo ambiente y ámbito generan para mantener su equilibrio, se puede influenciar para generar o potenciar fuerzas que anulen la resistencia que impide el progreso personal.
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