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jueves, 12 de septiembre de 2019

SOLTAR PARA VENCER (mi experiencia en campus deportivo)


El 31 de agosto comenzó una jornada de deporte e inclusión a cargo de EUEXIA RURAL al cual fui invitado a impartir clases de defensa personal y Yoga. 




El equipo humano de Euexia Rural me hizo sentir uno más, pues entre ellos se veían como una gran familia.


La clase de defensa personal tuvo una duración de dos horas, un gran reto conseguido, considerando que habían niños desde los 6 años de edad en adelante y con diversos grados de discapacidad.


Llevaba una estructura de clase con trabajos específicos.
Por la experiencia, sé que ninguna clase sale como uno quiere y las estructuras que se hacen son solo una referencia de las actividades a dar, pero que luego la dinámica del grupo va revelando exactamente donde enfatizar, en que momento cambiar y cuando aplicar algún juego añadido
pero...

aun así, enfrenté una realidad que no se parecía a ninguna de las que había vivido hasta ese momento.
 Consideré que los más pequeños y algún grupo con algún grado en déficit de atención no pudiera mantener la concentración, también imaginé que muchos ya estarían cansados a última hora, pensé en sus edades con y sin diversidad funcional,  estimé todo en el marco de que la actividad duraría 2h por lo que mantenerlos a todos practicando por una hora ya sería un logro, y luego sería natural ver un progresivo abandono, por lo cual esperaba conseguir que un 60 o 70% del total llegara a las dos horas de entrenamiento.
PERO...




El problema surgió ni bien comenzó la clase.
Había organizado el salón en tres partes y una pequeña pista periférica.
Contaba con que el grupo tendría un mínimo de obediencia al mando, pero nunca surgió.
Ni la simple orden de los monitores del campamento: "formemos los grupos ESTRELLA, CRUCES Y CORAZONES", surgió efecto. Por lo que luego de varios fracasos, intentando hacer lo planificado y de improvisar cambios lógicos, decidí soltar todas las ideas que tenía.

Sentí desasosiego.


Rápidamente corté con mi katana mental ese sentimiento, pues la experiencia me ha enseñado que por esa vía solo se llega a la derrota absoluta.


Al decir "mi katana mental" refiero a que he aprendido que cuando todo parece que se va a la "mi...", veo que la lucha lleva a un desgaste mental y físico que condiciona a la ansiedad y derroche de energía, y el coste siempre es más de lo que se puede lograr. Es así que decido soltar la "piola" y dejar que se vaya el "balde" con todo lo que hay dentro. (metáfora que se usaba en mi niñez, que hace referencia a cuando se tenía que sacar agua de un aljibe).
La vida me ha enseñado que si hay una oportunidad, está fuera del sentimiento de desasosiego, es decir; soltando toda esperanza que se sustenta en expectativas que claramente no coinciden con la realidad y centrando la atención en los hechos para proceder con lo que mejor que se tiene al alcance.

Fue ahí cuando dije en voz alta y riéndome de mi situación "se me fue todo de las manos, volvamos a empezar, olviden mis ordenes, reúnanse todos, haremos algo totalmente distinto a lo que había planeado"

Así que con la premisa en mi mente de "sin esperar ningún cambio, no hay ninguna sorpresa" comencé a crear técnicas. (proverbio usado en ninjutsu "BANPEN FUGYO")

Pensé en tres objetivos que eran alcanzables y las transformé en leyes del dojo, entonces dije: " hagan parejas con quienes más se sientan a gusto, de a dos o de a tres personas", en un abrir y cerrar de ojos, todos estaban organizados por su propia naturaleza y afinidad.

Luego dí dos reglas sencillas que se las hice repetir, unas 5 veces en voz alta y gritándolo al unisono, para que se les quedara grabado en la mente:

Relga 1: ¡Voy a divertirme!
Regla 2: ¡Cuidaré de no lastimar a mi compañero o compañera!


Una vez establecida la comodidad, el orden y atención surgieron naturalmente, así fue muy sencillo intuir que hacer, en una observación directa y participativa bastó para ir creando paso a paso lo que funcionaba y evitando lo que no.


Así que llegamos a las metas propuestas:


1)Mantenerlos por una hora a todos juntos.


2) Sobre la segunda hora, esperando un descenso racional de los participantes.


Lo interesante fue que al final, la mitad de los que participaron en la última media hora eran chicos con diversidad funcional, lo cual, me deja una evidencia empírica de que no hay limites sino diversidad.


MI EXPERIENCIA CON EL YOGA Y EL CAMPUS INCLUSIVO



Con el yoga, fue diferente que con la defensa personal, el ámbito sereno y tranquilo que muchos buscaban para lograr la calma, era imposible de conseguir  salvo para algunos que pudieron abstraerse mentalmente, la mayoría estaba más alerta a lo que hacía con su compañero o compañera.


Aunque la calma es algo natural y sana para la psiquis humana, vivimos en una era donde se nos enseña que "el hacer porque puedo hacer me da libertad" sin darnos cuenta que cuando queremos parar no sabemos hacerlo, volviéndonos esclavos del cansancio.
 Intentar hacer yoga desde "El no hacer porque puedo no hacer", se convierte en un hacer, el hacer de no hacer, dejando entonces la imposibilidad de parar, yoga es más que hacer y no hacer, es aprender a soltar para que cualquier momento se vuelva oportuno y conectar con la vibración que nos vuelve pacíficos, reposando en la felicidad, sin hacer o dejar de hacer. 


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