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domingo, 22 de marzo de 2020

¿PAZ MENTAL o SINCERIDAD? autoengaño vs estrategia de supervivencia

¿Antes de  aceptar ejecutar una mandato eres de los que prefiere profundizar en los pormenores y complejidades de los asuntos para llegar al fondo de las cuestiones?


La curiosidad hace que las personas desmonten el chisme para ver que tiene dentro, lleva a conocer y a investigar, esto mismo cuando se enfoca en la búsqueda de soluciones, incentiva a a probar alternativas para cambiar la realidad y por ende a experimentar cosas nuevas, que podría mejorar la calidad y resultados buscados.

Por otro lado el mantener un orden estricto de las normas, el ser obediente sin cuestionar lo que se establece como lo mejor para uno, viniendo de afuera, restringiendo el margen de actuación logra disminuir la incertidumbre a costa de no querer curiosear en nada que respecte a esas cuestiones que ya han sido aceptada por una fuerza mayor.

Desde esa aceptación todo se vuelve aparentemente seguro para la persona, en la predictibilidad de los acontecimientos puede anticipar lo que vendrá y esa rutina le provee de recursos para su supervivencia.

 Solo aquellas personas que aprendan a vivir en la contradicción, en el desorden y la incertidumbre, encontrarán las condicionantes psicológicas para el funcionamiento de la mente lúcida.

Partiendo de esta última premisa surge la pregunta,

¿Cómo se pueden lograr liberar la mente sin caer en conductas contestatarias e irreflexivas?

En el fondo no son más que otra forma de control para la propia mente y proporcionarse a si misma la falsa seguridad, que en definitiva termina limitando su posibilidad de despertar.

Existen varias estrategias para educar a la mente a soltar limitaciones y evitar caer en trampas, naturales (propias de la mente) y creadas (manipulación) pero para entenderlas primero hay que entender el fin que se buscas:

El objetivo para no caer en autoengaño o ser víctimas de manipulaciones, es mantener a la mente en alerta, y eso se logra cuando está se ve en incertidumbres.

Para eso tenemos que luchar contra un mecanismo mental de supervivencia, que se denomina como disonancia congintiva, la cual se activa cuando esta entra en conflicto por dos verdades que son contradictorias entre sí.

 Cuando la mente no encuentra solución o las soluciones son múltiples, cuando la recompensa no es razonablemente justa o se apela a entregas que suponen un despojarse de lo propio (tiempo, energía, material) sin que haya ningún tipo de compensación, la mente tiende a generar justificaciones.

 Estas justificaciones pueden ir desde generar, expectativas, esperanzas depositadas en supuestos o creaciones imaginarias y carente de evidencia de que alguien o algo cambiará y le será compensado su entrega.

Otra forma que la mente encuentra para eliminar el conflicto es seleccionar arbitrariamente la información para que los argumentos y los hechos tengan un sentido común.

La otra respuesta a la disonancia cognitiva es encontrar justificación a lo que se hace pese a que la razón evidencie que realmente no es beneficioso para uno.

Ninguna de estas respuestas a la disonancia cognitiva realmente permite encontrar una solución real a lo que está sucediendo, y está bien,  ya que su función no es encontrar soluciones, sino, eliminar el conflicto interno para encontrar sosiego.

Por eso, el secreto para mantener una mente lucida, que se traduce en una actitud despierta y rápida para leer los acontecimientos y tomar resoluciones efectivas,  se esconde en la frase que solía repetir mi sensei cuando veía como nos esforzábamos desmedidamente por imitar sus movimientos

Esto nos decía, "no se esfuercen por imitarme porque ni yo sé lo que haré", esta forma de moverse le permitía estar en estado de alerta máxima y reaccionar velozmente a los cambios del atacante al mismo tiempo que sus resoluciones eran efectivas.

¿Cómo era posible responder tan rápido a un ataque sin previo aviso?
A veces llegábamos a creer que tenía una especie de poder que le permitía leer nuestras intenciones antes que hiciéramos un movimiento, ahora, ya con madurez en estas cuestiones sé que  no estaba procediendo mediante algún poder sobre natural o desarrollo extrasensorial, sino que se movía por lo mismo que trataba de enseñarnos, mientras que nosotros, neófitos, nos movíamos sobre lo que pensábamos que podría hacer el otro, sensei, no omitía juicio en su mente y tan solo se basaba sobre  los hechos, sobre lo que se veía, no seguía los discursos amenazantes del oponente, ni la palabras complacientes, su mente estaba educada a no suponer, su mente estaba educada a no crear historias, narraciones ni aceptaba las que el oponente le contaba con sus gestos, gritos, miradas, palabras, había aprendido a eliminar de su mente cualquier deseo de que algo fuera o dejara de ser, había aprendido a desconfiar de las interpretaciones únicas, lineales y transparentes, había aprendido a escuchar las incertidumbres y las dudas como potenciales accionares y así se predisponía a moverse hacia donde fuera que saliera el movimiento del oponente.  Para sensei solo valía lo concreto, los hechos y así la duda se disolvía sola, en la acción plena sin pensar, sin engañar, sin autoengaño. En plena sinceridad consigo mismo y con lo que le rodeaba.

Así es como "el que nació antes" encontraba la verdadera paz. 





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