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miércoles, 10 de junio de 2020

¿AMOR y EMPATÍA vs ODIO e INDIFERENCIA?¿es así realmente?


En el post anterior meditamos sobre la subjetividad interpretativa de las reacciones y las posibilidades de empatizar pero,

¿cómo hacer para no mal interpretar lo que le sucede a la otra persona?

En una primera reflexión no podría decir que poseyera alguna base sustancial por la cual pudiera saber realmente que le desencadena determinada reacción a la otra persona, y aventurandome un poco más sospecho que a veces ni la propia persona es consciente de los gatillos internos que le despiertan una u otra emoción, y por ende un pensamiento y una reacción reflejo.
Quizás luego pudiera descubrirlo a la luz de su propia revelación o en su defecto, crear justificaciones racionales pero no necesariamente causales.

Entonces, ¿cómo conocer realmente el corazón de la otra persona?

Si partimos de la premisa de que tal vez no podamos saberlo con certeza, y para evitar caer en falsas conclusiones que nos lleven a futuras decisiones imprecisas, la cuestión a resolver quizás sería:

¿Qué es aquello irrefutable  y concreto donde puedo afirmar que lo que le sucede (al sujeto observado) en  definitiva es lo que entiendo se representa ante mi consciencia? 

Dado que el otro, ente con similares características físicas a las mías sigue siendo un misterio para mi, quizás estudiandome y observandome pudiera por correspondencia, lograr un acercamiento a su sentir y parecer.

Si esta conjetura es valida para entender a mi prójimo, la cuestión sería entender los limites de este trabajo de auto conocimiento:

 Lo primero que descubro en una rápida reflexión es que, para diversas situaciones suelo tener una misma reacción u emoción. Por lo tanto, podría reconocer en mi projimo las reacciones y emociones mediante la consciencia de sus gestos corporales y faciales pero no estaría tan seguro de sus verdaderos móviles.

Lo segundo que descubro al pensar en cómo entender a mi prójimo es que, yo puedo fingir ciertas emociones y reacciones, lo cual me lleva a entender que mis observaciones son corruptibles, y necesitaré más que el identificar mis reacciones y emociones en mi prójimo.

Lo tercero que concluyo es que, las expresiones verbales que pudiera recibir sobre lo que dice motivo o causa de sus reacciones y emociones, dada su propia existencia del inconsciente operando en él o ella y su capacidad de tergiversar voluntaria o por necesidad creando falacias argumentativas, es que no tengo que tomar literalmente cualquier relación que pudiera hacer él, ella o yo sobre su reacción o emoción.

Entonces, puedo concluir que empatizar sería aproximarme a su estado emocional en ese preciso momento en el que acontece en sus expresiones, dejando en duda las razones por las cuales eso se dice o se entiende manifestar. 

¿Esto me exime de cualquier responsabilidad en mis actos?

Tiendo a decir que no, pero la verdad es que no podría dar una mínima certeza de que no pudiera ser de otra forma, pues no puedo conocer más del otro de lo que él o ella manifieste de lo que pueda ser consciente del porqué de su reacción u emoción.

Esto me lleva a concluir que el ideal de acuerdos estaría representado en las normas sociales de convivencia y en su amplitud conceptual para entender sin distorsión o corrupción lo expresado. Convencidos de que lo insondable estará siempre presente, no por intencionalidad sino por limitación natural. Apostando así al esfuerzo de entenderse mediante acuerdos simbólicos y conceptuales basados en el autoconocimiento de lo natural (aquellas conductas que se han culturizado para expresar sentires) y por el cual uno puede reconocerse en el otro, reforzando la idea inicial, de que pese a esta predisposición, estará limitada nuestra claridad sobre las cuestiones del corazón.

Descubro en esta reflexión la incapacidad humana y apelo a la humildad para aceptarnos incapaces y entregarnos todos a la fe en que ni él, ni el otro, ni yo, partimos de la premisa de traicionar, engañar o falsear, y que en definitiva, cada encuentro será la una oportunidad  deseada de dar luz a nuestras propias sombras.  

EL PERDÓN Y EL PERDONARNOS para mejorar las relaciones aparentemente nacería de este concluir.

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